HAY MUJERES QUE NIEGAN SUS EMOCIONES , Y LOS HOMBRES SE RELAJAN.

Posted by javier on Tue, 10/21/2008 - 17:28 in

Título:Amor.
Autora: Toni Morrison.
Editorial: Areté – Lumen.

Toni Morrison es una escritora “negra”. ¿Ha leído usted algún libro escrito por una persona de las que llamamos “negras”? En general los “blancos” solo leemos a los “blancos”; raramente nos acercamos a escritoras o escritores árabes, y menos aún a hindúes, o a autoras o autores del “lejano oriente”. Sin embargo todos escriben, a partir de un contexto que da espacio físico y cultural a sus personajes, sobre lo universalmente humano. De modo que, más allá del color de nuestra piel, más allá de tener los ojos más redondos o más rasgados, los pómulos así o asá, el culo o las narices de una forma u otra, a no ser que seamos animales irracionales o estemos llenos de prejuicios, irracionales también, cuando vemos a una persona con rasgos físicos distintos a los nuestros estaremos viendo a una persona. ¿Y cuando leemos una novela escrita por una persona de rasgos físicos distintos a los nuestros?: nadie dudará que entonces estamos leyendo una novela. Las novelas tratan de los principios humanos, de los intereses íntimos, de los sentimientos, de las emociones, observados con detenimiento y de forma particular. El contexto de la novela nos permite “ver” a los personajes en su ambiente, pero sus intereses particulares y sociales, sus reacciones, sus conflictos íntimos o no, sus sentimientos, sus respuestas emocionales, las podemos trasladar a cualquier parte, y los reconoceremos o nos veremos en ellos de un modo sorprendente.

Comenzaba diciendo que Toni Morrison es una escritora “negra”, eso que los blancos llamamos “de color”, como si los “blancos” fuésemos transparentes. Toni Morrison ha sido galardonada con el Premio Pulitzer y con el Premio Nobel. Su última novela publicada en España lleva un título para el que da igual, una vez más, el color: “Amor”. En “Amor” se cuenta la historia de dos mujeres ancianas que cuando fueron niñas eran las mejores amigas la una de la otra, hasta que un hombre mayor se casa con una de ellas cuando tiene doce años. Según dice éste individuo, se casa con ella para ir moldeándola a su gusto conforme vaya creciendo. La otra es nieta suya. La madre de ésta niña, su nieta, pensando que su hija tiene derecho sobre los bienes de aquél tipo cuando muera, decide que viva en la misma casa. La amistad entre las niñas se romperá debido a la presión exterior, y, pasaran la vida entera odiándose. Sólo al final habrá una posibilidad de recuperar aquél sentimiento que salió despedido de ellas en su infancia. Toni Morrison señala aquellos factores que llevan a éstas mujeres en particular, y a las mujeres en general, a negar sus emociones, así como a verse imposibilitadas para hacer otro camino que no sea el marcado por intereses ajenos a ellas mismas. Comienza la novela con la voz de la cocinera de la casa: “Las mujeres se abren mucho de piernas, así que tarareo. Los hombres se ponen de mal humor, pero saben que todo es por ellos. Se relajan.” “... las mujeres con carácter jamás han podido ocultar su inocencia... todas tienen una triste historia que contar... Cada historia contiene un monstruo que las volvió implacables en vez de valientes, así que abren las piernas antes que el corazón, donde aquella criatura se ha acurrucado. A veces la herida es tan profunda que... lo único que funciona, que explica la locura que aumenta y oprime y hace que las mujeres se odien entre ellas y arruinen a sus hijos es un mal externo.” Y seguidamente L., la cocinera, cuenta una historia popular en la que unas “cabezas vigilantes” acababan con las mujeres que tenían actitudes distintas a las de la mayoría o se tragaban “a los niños que se portaban mal.” L. Termina diciendo en su primera intervención que su relato es de viejos, “un relato más, inventado para asustar a las mujeres perversas y corregir a los niños revoltosos” y “necesito otra cosa. Algo mejor. Por ejemplo, un relato que muestre cómo unas mujeres desvergonzadas pueden humillar a un hombre bueno. Para eso si vale la pena tararear.”

La narración transcurre en dos voces, una es la de L, en letra cursiva, y otra es una voz en tercera que cuenta “objetivamente” y deja entrar las voces de los personajes. La alternancia entre las dos produce una visión un tanto “confusa” en el lector, la ambigüedad le induce a sacar sus propias conclusiones, descubriendo las dimensiones de ésta cuando L. termina de contar. Novela circular que hace que ardan las ascuas de las preguntas cruciales que están en las relaciones humanas; las llamas que levanta consumen bien las viejas ideas.

La historia transcurre desde el final del gran fracaso capitalista que fue “la gran depresión” en EEUU, año 29 del siglo XX, hasta final del siglo. Se mencionan fechas emblemáticas para los negros en ese país, y se recuerdan algunos líderes como Malcom X. El mundo de los negros, en el que no hay racismo y sí clasismo, como en el mundo de los blancos, está hecho de hábitos sociales y culturales, pero los valores íntimos, los principios para relacionarse con los demás permanecen bajo la superficie. Toni Morrison consigue que los personajes se vayan mostrando, abriendo, hasta dejar que los “veamos” psicológicamente, para poner al lector ante aquello de lo que estamos hechos. Construidos los personajes con la sencillez de lo cotidiano, en la progresión de la novela vamos sabiendo qué es lo que los hace a todos necesarios. Vamos sabiendo cómo era aquél hombre que se casó con una niña, y cómo han sobrevivido ellas dos bajo el odio mutuo y un amor que se ocultaron desde su infancia. Sólo la aparición de una joven que quiere repetir unos moldes y destruir otros, conduce al final desentrañando el sentido de la vida de ellas dos. Si el mundo exterior es superficial y plano, el mundo oculto tiene sus razones y se proyecta, apareciendo en varios niveles como el infierno de Dante. Cuando el lector llega al final puede saber “de qué se trata” en la novela, pero será suyo ese saber, porque Toni Morrison quiere que nos encontremos. Final abierto y circular para seguir el desenvolvimiento de la vida, la vida que se desarrolla en sus contradicciones y no acaba. Lea, y, como en las mejores ocasiones, querrá volver a leer.

Ramón Pedregal Casanova.