Despedida a Mari Carmen Cuesta, peque

Concha Carretero, compañera de la JSU.

Que tristeza y pena tengo, que ya sois muchas las que veo irse y, como dice el cantar... ¡algo me muere en el alma! Yo ya no sé si tengo alma, pues quedé desolada y pienso en aquel departamento de menores, en la cárcel de Ventas, donde, entre las sesenta jóvenes que estábamos en agosto del 39 -parecía aquello una célula de la JSU- sólo quedamos ya Nieves Torres y yo. ¿Recuerdas a Carmen Marchado, a Anita Argimira, a Paquita, a Josefina... El año pasado se fué Maruja Borrel; ahora, tú. Esto es mucha tristeza, mucha vida que se va...

Te recuerdo; Mari, cuando nos conocimos, en guerra, en el despacho de Santiago, en el local de Antonio Maura; llevavamos actividades diferentes y sólo coincidimos, un año después, en la cárcel, yo ingresé el 4 de agosto por la tarde y todas las presas lloraban la infamia de las 13 menores cuando allí te encontré, con tu carita descompuesta por la saca de tu amiga Victorita y de las otras compañeras; ya sabes que yo lo era de Julita Conesa  y con Joaquina. Con tu falda negra y tu blusa blanca, ¡que guapa te me apareces! con el bajo pespuntado con lanas de colores, bailando claqué. Yo salí antes dela cárcel. A tí te mandaron a Valencia y ya no nos volvimos a ver hasta pasados  muchos años en una Fiesta de la Casa de Campo. Yo no te reconocí; fué Maruja de Diego quien nos juntó de nuevo; otra vez quedamos en  Atocha, por un viaje que hiciste a Madrid, y así, hasta comenzar este trabajo que hemos estado haciendo recuperando la memoria de nuestra compañeras, de nuestras amigas y amigos de la JSU, para que no sean borrados por el olvido, para que nuestra historia sea la historia conocida por todos y así hicimos juntas el documental sobre las 13 Rosas y coincidimos en el cementerio del Este, en el 2006, recordando y recuperando sus nombres.

Querida Mari, te recordaré siempre, os recordaré mientras viva. A todos; a todas.