¿QUÉ VIENE DESPUÉS?

Posted by javier on Tue, 10/21/2008 - 00:47 in

Título: El mundo de ayer.Autor: Stefan Zweig.Editorial: El Acantilado. Stefan Zweig nació en Viena en 1881 y murió en Petrópolis, Brasil, en 1942. ¿Qué le llevó tan lejos de su patria?. Hay circunstancias históricas, los españoles lo sabemos muy bien, que nos obligan a cambiar el curso de nuestras vidas y nos impiden corregir esa dirección. Zweig se vio desposeído de todo, casa, familia, amigos, desde la primera guerra mundial. Pero dejemos eso para un poco más adelante. “El mundo de ayer” son las memorias de Zweig tras el hundimiento de Europa. Memoria, una característica del ser humano. La memoria, el recuerdo, siempre es imprescindible, para volver a casa, para amar, para saber que mañana es el futuro. El pasado, el futuro, dos conceptos que, al terminar el gran conflicto que tuvo como escenario principal Europa, estuvieron en la mente de todos, en la conciencia de todos. El signo de interrogación que creció como un hongo, ilustraba el terror que asistía a la sociedad. Aún así el conflicto quedó, cómo no, mal cerrado y el período de entreguerras fue una prolongación que abriría el segundo enfrentamiento que llamamos mundial. El arte, la literatura, reflejaría el espíritu de aquel tiempo y el peso en nuestra conciencia nos presenta en el siglo XX como escépticos, reflexivos, dubitativos, individualistas, desesperanzados. Stephan Zweig muestra a través de su vida en “El mundo de ayer”, esa desorientación, los antecedentes y las enseñanzas. Becket, otro hijo de la época, dejó escrito que a causa de la cantidad de gente que murió, se había instalado un olor dulzón en el aire, el olor a muerto. ¿Hay algo más horrible y miserable que vivir con nuestra creación monstruosa?. Zweig pasó su vida huyendo de las persecuciones y nos dice cómo la nueva sociedad, la sociedad de la “simultaneidad”, de la comunicación, nos incluye en lo que sucede. Todos somos partícipes, sabemos lo que ocurre en cualquier parte del mundo, las bombas que caen, las desgracias que producen... y aunque se quiera nadie escapa. Recuerda cómo la falta de libertad en la que se incurrió, censuraba las noticias, los periódicos, todo tipo de información, imponiéndose una vida semejante a la de siglos atrás sin ningún medio de comunicación. Pero cuando estuvo a salvo, asistido tan solo por su memoria, escribió este hermoso libro. Zweig cuenta de su vida en Viena, cómo en aquellos años anteriores a la guerra, la sociedad en apariencia se mostraba segura, estable y hasta feliz, con un porvenir donde solo cabía vivir bien, pero dentro habitaba la arrogancia. Algo así como lo que nos cuenta E.A. Poe bajo su título “La máscara de la Muerte Roja”,aquellos que se encerraron en un castillo para evitar el contacto con el mundo consumido por la peste, no fueron capaces de evitar su contagio porque estaba en germen entre ellos mismos. La cultura, cuenta Zweig, era el bien más preciado, la visión general que se tenía era la de “un mundo sin odio”, y la atención estaba puesta en Hugo von Hofmannstahl, figura poética de la estética que profundizó como nadie hasta entonces en el valor de la palabra. El caso es que esa adoración general por la cultura y ese vivir en “libertad”, evitaba la mirada sobre la insatisfacción producida por un sistema que se negaba a reconocer sus fallos y evitaba la mirada sobre los cambios que ciertos grupos políticos estaban imprimiendo al país. Zweig denunció la hipocresía apolítica, y en un ambiente de impopularidad se opuso a la primera guerra mundial junto a quienes militaban en el pacifismo, contra los nacionalismos chovinistas y a favor de la comunicación y el entendimiento entre los pueblos y las nacionalidades. Nos advierte sobre un mal que acecha a la sociedad que se pretende más adelantada y culta, ese sueño del que no es capaz de despertar ante la horrible pesadilla que le crece y le crece dentro, convirtiéndola en un monstruo. ¿Qué viene después?. Ramón Pedregal Casanova.