LARRA ERA BELIGERANTE, NO ERA INDIFERENTE.

Posted by javier on Mar, 10/21/2008 - 12:49 in

Título: Artículos.Autor: Larra.Título: Flores de plomo.Autor: Juan Eduardo Zúñiga.Editoriales: Punto de lectura y Alfaguara.        En una sociedad como la que tenemos  donde cuenta la apariencia, la competitividad y la indiferencia, cualquier espectáculo que quiera ser promovido de forma masiva debe contar con esos ingredientes. No hace falta que salga de su casa, la degradación se la sirven a domicilio con que le de al botón de la televisión.España es ¡el tercer país del mundo! con mayor número de anuncios que le embuten al ciudadano. ¿Podemos explicarnos el nivel de dependencia con respecto al consumo? El primero en esta clasificación degradante es EEUU, el segundo Indonesia, y el tercero…Después de tanto abuso no queda más que ser beligerante: ¡Defiéndase usted! ¡Apague el televisor! ¡No consuma como un poseso! ¡Niéguese a ello y afírmese en sí mismo! Lleve a su vida la no apariencia, la no competitividad, la no  indiferencia.Vea sino cómo algunos artistas se mantienen haciendo un trabajo que les dignifica, crean su obra artística fuera de los circuitos que alimentan a la gente con la apariencia, la competitividad y la indiferencia, hacen teatro y ninguna cadena se interesa por publicitarlo. Sala Itaca Teatro. C/Canarias, 41. Madrid. Se representa: “Larra. Las mascaras y las palabras”. El título mismo habla de ese mundo que se nos oculta tras la apariencia, oscuro, para vendérsenos una existencia vana, a los españolitos, terceros en ese clasificación mundial de gente acosada por las multinacionales, ocultando bajo máscaras de colorines su verdadera faz.Frente a las salas espectaculares, la Sala Itaca Teatro, como otras tantas repartidas por muchas de nuestras ciudades, no es comercial, no se sabe de su existencia por los grandes medios, un asiento en ella es más barato ¡que el de un cine! La Sala Itaca Teatro es pequeña, pequeñísima, el número de asistentes aún más pequeño, y el trabajo actoral que se realiza en ella es excelente. Cuatro actores y una actriz, rompiendo moldes de edades y aspecto físico muestran su quehacer de grandes profesionales, se entregan a la obra y al público, haya cuantos pocos espectadores haya, con el mayor de los respetos, que es también respeto por si mismos y por su profesión.Y qué tiene de actualidad Larra. Cualquiera podría suponer que lo que decía Larra, hoy es asimilado por el sistema sin que le produzca alteración ninguna, y que su lectura, o la asistencia como espectador a ésta representación sobre su vida, su obra, y la España de su tiempo, no va a regenerar a nadie. Y ahí es donde reside el cuerpo de la sorpresa. Aquí tratan a Larra, su obra y su tiempo, de manera que puede reconocerse el hoy e implicarle a uno.Larra criticaba el ambiente general de ignorancia, el vivir de la apariencia, el mostrarse fiel y servil al poder. Larra tenía mil contradicciones, y decía No. Sabía que aquella sociedad era el fruto victorioso de la Regencia, una sociedad dominada, en la que los intelectuales y la pequeña clase media tenía el virus que les llevaba a desarrollar la persecución y el aislamiento sobre quien señalaba la caída social, el estado general decadente. La monarquía y su gobierno, que promocionó la usura, la propiedad privada sobre cualquier medio ahogando el beneficio general, la posesión del dinero como único valor, había obtenido el vasallaje del pueblo y su incultura; ese hilo conductor de las clases altas de nuestra sociedad llegaría hasta la guerra que llamamos civil. En tiempos de Larra era un pueblo con la identidad perdida, miserable y frustrado en sus posibilidades porque las pautas de comportamiento, los ejemplos, los referentes que le llegaban, eran los valores y los modos de la monarquía y sus correligionarios, usureros y traficantes, que se enriquecían con el robo social, la usura, la corrupción, y vivían en su altillo la bajeza improductiva. Larra señalaba qué tipo de espíritu fomentaba la Regencia y su gobierno. Hoy las clases altas invierten en la promoción de un modelo de sociedad que tiene puntos comunes con aquella. Podemos contemplar en todas las cadenas de televisión, y en muchos otros medios, que no se da información, sino que se hace afirmación, afirmación de la usura, afirmación del robo social con leyes, o sin leyes si hace falta, que lo fomentan y lo protegen con instituciones que se simbolizan ciegas, afirmación de la corrupción, afirmación del insulto y la violencia en sus aspectos más degradantes, afirmación de la miseria humana, afirmación de un modelo de trabajo que destruye el tejido social (35% de subempleo en todo el Estado, 45% en Andalucía), afirmación de un individualismo servil, presentado con la mayor hipocresía como trasgresor, y arreando a las gentes a la búsqueda de una entelequia de consumo destructivo y esclavizante en todas las áreas de la vida que deja el espíritu vacío.Cuánto debía valer en tiempos de Larra, y cuánto debe valer hoy, para ellos, para los que ostentan el poder, la ignorancia del pueblo si, teniendo como tienen tan elevada opinión de la posesión del dinero, invierten parte de su capital en los medios de difusión de su propiedad privada, o bajo su influencia, para que la gente se conduzca de manera que no represente ninguna alternativa a su absolutismo. La población española bajo la bota del consumo, tercer país del mundo con más anuncios.Quizás falte en la representación de “Larra. Las máscaras y las palabras” un subrayado mayor de quienes promovían el contexto. La alternancia de escenas con asuntos provenientes de la vida y la obra del periodista que iluminó su época, puede hacer que quien no las conozca en algún momento se pierda. Sin intentar sustituir el conocimiento de Larra y su obra, una novela que puede ilustrarnos sobre tan insigne personaje es la de Juan Eduardo Zúñiga titulada “Flores de plomo”, en ella se nos cuenta, con profundidad inusitada y un estilo ejemplares, las últimas horas de la vida de aquél periodista crítico, se nos muestra el estado social bajo las máscaras de los carnavales que se celebraban en la calle, y al fondo la situación política. El espectador-lector sentirá un montón de emociones y adquirirá un buen conjunto de conocimientos que no caerán en saco roto. Después de tanto abuso, no queda más que ser beligerante. A la calle, que ya es hora, sin apariencia, sin competitividad y sin indiferencia.La representación de “SoloyCia”, así se llama la compañía de la Sala Itaca Teatro, emociona. Ellos, los actores, son Larra. “Todos somos Larra” dicen, decimos, para acabar.Ramón Pedregal Casanova.