Recuperando el pasado como arma de presente y futuro

Posted by andres on Jue, 04/04/2013 - 20:32 in

De nuevo el próximo 20 de abril volveremos al cementerio civil a colaborar en el modesto homenaje a Julián Grimau realizado por el PCM, repetimos este proceso más reforzado por ser el 50 aniversario de su asesinato por el régimen fascista de Franco.

No tenemos dudas, volveremos a realizarlo y el año que viene también y no nos hartaremos de explicar semejante crimen porque consideramos la memoria como algo esencial dentro de las reivindicaciones de la política actual desde la izquierda y de nuestra alternativas y, mucho más, desde la perspectiva comunista es imposible plantear respuestas al presente y mucho menos alternativas al futuro sin conocer el pasado, con sus errores y aciertos. Me permito citar un párrafo del libro El Caso Moro de Leonardo Sciascia para seguir reafirmando nuestras reivindicaciones:

“Es una revelación cotejar el Don Quijote de Menard con el de Cervantes. Éste, por ejemplo, escribió (Don Quijote, primera parte, noveno capítulo): <<…la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de los presente, advertencia de lo por venir>>. Redactada en el siglo XVII, redactada por el <> Cervantes, esa enumeración es un mero elogio retórico de la historia. Menard, en cambio, escribe: <<…la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de los presente, advertencia de lo por venir>>. La historia, madre de la verdad; la idea es asombrosa. Menard, contemporáneo de William james, no define la historia como una indagación de la realidad sino como su origen. La verdad histórica, para él, no es lo que sucedió, es lo que juzgamos que sucedió. Las cláusulas finales-ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir- son descaradamente pragmáticas.”

Y aprovechando esta cita nos reiteramos: el pasado no se puede cambiar, pero si que se puede interpretar de muchas formas que conforman las distintas memorias; por tanto la memoria no es algo tangible, son hechos que son contados por individuos con una gran carga de subjetividad, muchas veces intentando ocultar los datos a lo que actualmente nos referimos como “revisionismo” por tanto es necesario exigir la intervención de los poderes públicos para rehabilitar la memoria histórica, en nuestro caso para evitar contaminaciones y no confundir verdugos con víctimas, en el caso de la represión a los republicanos y republicanas vencidos en la guerra, debemos denominar “memoria democrática”.

Por lo tanto, y siendo pragmáticos, la acción histórica que corresponde a los historiadores es una fase más, que si no se ve acompañada por la acción administrativa para establecer la “memoria colectiva” -en este caso de la sociedad española- no servirá de nada.

Lo lógico y razonable sería establecer la verdad con la intervención de la justicia, hecho que en nuestro país resulta, a día de hoy, es complicado -por no decir imposible-, salvo en muy honrosas excepciones. Interpretaciones sobre esta vergüenza existen muchas, pero en lo que no cabe la menor duda es en que estos comportamientos no son democráticos. Para intentar involucrar a la justicia debemos seguir trabajando y elaborando en los distintos frentes, como la constitución de una comisión de la verdad o en las querellas que puedan admitir a trámite en otros países por nuestra causa, véase Argentina como ejemplo.

Sólo una vez establecida la verdad y aplicando la justicia podemos hablar de reparación que también, por supuesto, corresponde a la acción administrativa. En nuestro país y en sus comunidades autónomas se hizo al revés y por eso ahora se asocia la reparación a meras subvenciones a las entidades que realizamos la labor que debería realizar el Estado, a la vez que se cultiva la memoria individual. Precisamente, de una de las cosas de las que tenemos que estar orgullosos es de que no valieron las escuelas franquistas, y las democráticas de la actualidad, para arrasar el recuerdo familiar de las familias de los represaliados por el franquismo.

De este modo, hasta que no consigamos restablecer este pasado lo tendremos como algo injusto e inconcluso y , por tanto, pendiente en nuestra sociedad.

En el caso que nos ocupa, la figura de Julián Grimau es una de las más destacadas y debemos reconocer que no sólo puede pertenecer a los comunistas; su figura ha de ser reconocida como la de uno de los héroes de la democracia española, el máximo ejemplo de la resistencia interna contra la dictadura. La memoria democrática es patrimonio de todos los demócratas españoles, no hablamos de pueblo porque no es cierto que Julián Grimau pertenezca sólo al pueblo: la labor pedagógica realizada durante años hace que la lucha por la democracia parezca cosa sólo de la transición, que la guerra de España fuese un proceso irremediable y, lo que es peor, la equidistancia entre ambos bandos haga que el pueblo fuese víctima de los dos y, por tanto, al final todos somos verdugos.

Por tanto, al hablar de memoria dando vivas al pueblo y tratar el tema con equidistancia, nos proyecta a la vergüenza y esto ocurre en todos los ámbitos; no hay que ir muy lejos para encontrar comentarios en referencia al valor de la recuperación de la memoria o que con la que esta cayendo…que hacemos tratando estos temas. Y una y otra vez ser recuerre a la memoria para la mera anécdota, sin debatir el fondo de la cuestión y ni de su utilidad en las conquistas sociales.

Julián Grimau no era inocente, era culpable, si; culpable de luchar por la democracia, culpable de luchar por una sociedad mejor y culpable precisamente de ser antifascista. Ser antifascista es lo más justo que se podía ser entonces y que se puede ser hoy; es un término que en la actualidad está vacío de contenido, denostado y manejado por cualquiera que muestra su disconformidad con el régimen, y eso no es verdad; quizá es en lo primero en lo que tendríamos que trabajar.

Verdad, Justicia y Reparación.

Fº. JAVIER MORENO DIAZ.
PRESIDENTE ASOCIACIÓN FORO POR LA MEMORIA.