República y memoria

Posted by andres on Jue, 04/04/2013 - 20:50 in

David García Carro, documentalista de la Asociación Foro por la Memoria

La Soberanía popular, el poder reside en el pueblo conformado por ciudadanos libres e iguales, más exactamente república de trabajadores de toda clase.

El 14 de abril se conmemora el 83 aniversario de la proclamación de la Segunda República, el régimen político que permitió a los españoles el acceso al más alto techo de libertad, igualdad de oportunidades y democracia real de nuestra historia, que significó un gran avance en todos los sentidos para nuestro país, pese a tantas incomprensiones y obstáculos. La Segunda República Española supuso un grito de libertad y la consecución de un anhelo de justicia que trataba de romper con siglos de sumisión y cadenas. Fue conquistada por el Pueblo Español de forma pacífica tras la victoria de las candidaturas republicanas en las elecciones municipales y el 14 de Abril de 1931 una marea humana llenó las calles y plazas de los pueblos y ciudades de España generando ilusión y esperanza.

Por vez primera España tenía ante si la posibilidad de afrontar una verdadera democratización y poner fin a contenciosos seculares que lastraban el despegue de la nación, una España moderna y avanzada al mismo nivel de otras democracias europeas. La revolución democrático burguesa podía por fin triunfar en nuestro país y sin derramamiento de sangre. La Constitución republicana –“República de trabajadores de todas clases”- una de las más modernas del momento, pretendía resolver viejos problemas que frustraban la modernidad y conseguir una mayor justicia social.
La separación del Estado de la Iglesia, la Reforma agraria, con decisiones para reformar la propiedad en el campo, la descentralización del Estado con el desarrollo de los Estatutos de Autonomía en las regiones españolas, la modernización del Ejercito, el desarrollo de una Educación laica y desligada del control eclesial, en suma la aparición en todos los terrenos de una nueva época, que en lo intelectual supuso un desarrollo tal que se le conoció al periodo republicano como la Edad de Plata de nuestras artes y letras. Buena parte del bullir intelectual del momento influyo sobre todo el desarrollo intelectual del siglo XX.

La República suscitó un amplio consenso popular como no se había visto antes y en sus primeros años afronto la tarea ingente de colocar España en el terreno de la modernidad y el avance social. La tarea afrontada fue ingente y desgraciadamente, como era pre4visible, choco frontalmente con la reacción: la derecha monárquica, el Ejército y la Iglesia, todos objeto de cambios y transformaciones necesarias, pero boicoteadas por los viejos y reaccionarios poderes del antiguo régimen. La “sanjurjada” fue el primer aviso dramático de lo que supondría el golpe militar fascista del 36 después de triunfar el Frente Popular como repuesta de los trabajadores y de la burguesía democrática al “bienio Negro” de la derecha reaccionaria entre el 34-36 y que quiso poner fin a la política modernizadora y avanzada del primer gobierno republicano.

La Historia posterior, de fracaso y frustración es sobradamente conocido: el golpe militar fascista del general Franco que termino con el mejor proyecto histórico de la primera mitad del siglo XX, la posterior guerra civil dramáticamente perdida por la España trabajadora y popular, la implantación como consecuencia de una Dictadura clerical y facistoide durante cuarenta años supuso un paréntesis de represión que solo termino con la muerte del dictador en el año 1975, la falta en suma de las libertades democráticas básicas de las cuales disfrutaban en Europa Occidental desde el fin de la 2º guerra mundial. Un paréntesis de subdesarrollo y culturización solo disminuido hacia el final de la dictadura por el esfuerzo y realidad que nos circundaba en Europa que traía consigo aires de tímidos procesos modernizadores.

Hoy después de 80 años de su proclamación la II República proyecta sobre la política española el recuerdo permanente de un momento histórico irrepetible y la sensación melancólica de aquella época fue la frustración del sueño de modernidad y avance social que la sociedad española tenia derecho de conseguir y que desgraciadamente tuvo que pagar a la reacción con elevado, dramático y duro precio, el cual sigue o nos persigue todavía en la figura de miles de desaparecidos que todavía quedan por exhumar de las fosas comunes de la Dictadura.

Queda también de forma minoritaria la legitima aspiración que sentimos muchos por el resurgimiento del espíritu democrático avanzado que supuso la República al constituir un gobierno y una jefatura del Estado plenamente democrático, donde la elección del Jefe del estado es por voluntad democrática y no por herencia dinástica. La superioridad de la República sobre la Monarquía hoy día en España supone fundamentalmente culminar una Transición lastrada por una cierta ilegitimidad de la Monarquía en la medida que fue restaurada por el franquismo y por la profunda lección legitimadora que supone la elección del Jefe del estado por el Pueblo y sus representares. Es cierto que el actual Estado desarrollado a partir de la actual constitución el plenamente democrático y que la instauración de una republica no supondría grandes cambios, sin embargo el mejor homenaje al II República Española sería considerar con toda naturalidad que el debate y las posiciones a favor de completar o culminar el espíritu republicano de modernidad de nuestra actual democracia se completaría mejor con la restauración del sufragio universal en la figura del Jefe del Estado, es decir, de una Democracia Republicana plena. No temamos el debate como supuestamente innecesario o superado porque no es así, no lo rechacemos con la escusa que resulta estéril, pues todo avance en las formas lo supone también en el fondo de las cuestiones.

Mientras tanto rindamos homenaje a los republicanos honestos que sacrificaron sus vidas por una España mejor, más justa y solidaria.