UNA JOYA LITERARIA

Posted by javier on Mar, 10/21/2008 - 17:48 in

Título: Misterios de las noches y los días.
Autor: Juan Eduardo Zúñiga.
Editorial: Alfaguara.

Un muchacho que va con su madre mira una esfinge que está colocada sobre un puente, cree que la esfinge le dice algo y se lo cuenta a su progenitora. La madre le aparta y le indica que no debe pasar nunca más por allí para evitarla; lo cierto es que en los momentos cruciales de su vida, la esfinge aparecerá junto a él, hasta que una tarde... Un cochero esperaba en su coche de caballos el resultado de un duelo. Se escucharon los disparos y, seguidamente, al herido se le llevaron en otro coche. Mientras en el suyo subían los restantes y sus caballos se ponían al galope, los duelistas indicaban al cochero a dónde querían ir, para al poco percatarse de que habían salido de la ciudad, que el conductor no les hizo caso, y que quizás el coche es conducido por la muerte,... “Misterios de las noches y los días” es un conjunto perfectamente armónico de poemas en prosa, cuyo autor, Juan Eduardo Zúñiga, según me declaró, los construyó a partir de percepciones emocionales. Motivada su escritura por un viaje que hizo a Rusia, el primero que escribió, “La prisionera”, fue concebido estando en San Petersburgo, donde tuvo la oportunidad de contemplar una figura con cuerpo de perro y cabeza de hombre que desde el lugar en que estaba colocada, parecía mirar a través de una cristalera hacia un balcón situado enfrente y más arriba. Entonces creyó ver, imaginó, surgió en su interior la imagen de una bella mujer que salía a aquella terraza, y la estatua, misteriosamente movía sus labios, como queriéndola decir algo, susurrándole. Creados bajo estados emocionales promovidos por visiones, sensaciones, impresiones que dejan huella, estos poemas en prosa palpitan en los labios del lector y conmocionan llenos como están de misterio. Juan Eduardo Zúñiga aclaró en esa conversación que pudo alcanzar ese nivel de inspiración porque estaba sumergido en el conocimiento de la atmósfera habida en aquel San Petersburgo del siglo XIX. Por los paseos, en las visitas a monumentos, contemplando desde los puentes magníficos y recorriendo palacios, sintió el batir diario en aquella gente entreverado por temblorosos deseos y sueños, sintió sus mundos ocultos que desafiaban las leyes de la naturaleza, los mitos haciéndose verídicos, y lo sobrenatural apareciéndose fugaz y desapareciendo; misterios de las noches y los días de la ciudad imperial, que luego sería capital revolucionaria, y sus habitantes. Lo fantástico es obra de vigilias y sueños de ojos abiertos, de subjetividades, y crece fuera del tiempo y el espacio haciéndose verosímil con la fuerza de lo que sentimos, fuerza de la poesía, dicha con lucidez, organizando el discurso desde la razón, combinando ficción y realidad para dar acceso a esos otros niveles de entendimiento humano en los que nacen las visiones interiores. Éste libro bellísimo deja entrar a los lectores de viva sensibilidad, capaces de leer sintiendo, capaces de ser poseídos por la fugacidad del instante delicado. Se hace necesario leer despacio cada uno de los cuentos y dejar el tiempo suficiente entre uno y otro como para serenarse disfrutándolos. Es un libro para lectores que permanezcan abiertos a ese soplo literario que llega de forma inusitada y siente uno recorrerle. La turbulencia que produce la captamos en todos los sentidos debido a la capacidad transmisora con la que está creado. “Misterio de las noches y los días” es un libro que lleva instalada la duda, lo incompleto, a través del cual se nos muestran situaciones que no tienen explicación por resultar fruto de una emoción en nuestra vida, con lo que nos vemos empujados a la perplejidad, a tratar de imaginar lo que es más para imaginar. Con la lectura de estos cuentos de Juan Eduardo Zúñiga viajamos fuera de la fragmentación cotidiana, en las múltiples direcciones que estos pequeños cuentos, fruto de la impresión, nos dejan abiertas, direcciones que escapan a los juicios determinantes porque su regla básica es lo indeterminado. Una verdadera joya.

Ramón Pedregal Casanova.